En Paro FM24 Historia Partida realista

Me encontraba en la embajada inglesa de Singapur, frente a un escritorio de madera pulida que me resultaba tan frío como la mirada del secretario al otro lado. Su sonrisa era un gesto mecánico, uno que mostraba el cansancio de quien atiende decenas de historias similares a la mía cada día. Había algo en su actitud, una mezcla de profesionalismo y desinterés, que hacía que el aire en esa pequeña oficina se sintiera aún más denso.
—Nombre completo, por favor —dijo el hombre sin levantar la vista del teclado.
—West Philips —respondí, tratando de sonar más confiado de lo que me sentía.
Él continuó tecleando, el sonido de las teclas llenaba el silencio. Mientras tanto, yo seguía tratando de poner mis pensamientos en orden.
—¿Motivo de su visita a Asia? —preguntó sin apartar los ojos de la pantalla.
Suspiré, como si esa simple pregunta fuera la llave que podría desatar el caos en mi mente.
—Vacaciones... estaba de tour por Asia —dije, recordando cómo todo comenzó en Indonesia. Un viaje que debía ser la aventura de mi vida, pero que había terminado siendo una pesadilla en cámara lenta. Me había despertado esa mañana en un hotel, después de lo que debió haber sido un vuelo rutinario... pero algo estaba mal, muy mal. Mis documentos, mi identidad, todo había desaparecido.
El secretario asintió levemente, todavía concentrado en la pantalla.
—Vengo de Indonesia, pero al despertar... mis documentos no estaban. No sé qué pasó exactamente —añadí, tratando de sonar coherente, aunque la confusión se apoderaba de mí a cada palabra.
Él tecleó algo más, finalmente levantó la vista y me observó con una mirada neutral, como si ya hubiera escuchado demasiadas versiones de esta historia. Luego me entregó un pequeño formulario.
—Complete esto, señor Philips. Tomaremos sus datos y le avisaremos en cuanto tengamos información. Este proceso puede tardar, así que le sugiero que sea paciente —dijo, su voz arrastrando un tono de rutina bien ensayada.
Asentí en silencio, tomando el bolígrafo que me ofrecía y completando el formulario sin pensar demasiado. Ya no tenía sentido intentar entenderlo todo. Todo lo que podía hacer era esperar.
Cuando finalmente salí de la embajada, la humedad del aire me golpeó de nuevo. El bullicio de Singapur era tan ajeno como el día en que llegué, a pesar de que llevaba ya algunos días atrapado aquí. Caminé hasta la acera, donde me dejé caer con el peso de la incertidumbre sobre mis hombros.
Miré hacia el horizonte, hacia las calles llenas de vida, de rostros que pasaban sin detenerse. Era imposible no sentirse insignificante en medio de todo aquello.
"¿Cómo llegué hasta aquí?", pensé.
El ruido del tráfico se mezclaba con los gritos de los vendedores ambulantes, pero en mi cabeza todo era un eco lejano. Esa pregunta resonaba más fuerte que cualquier otra cosa en ese momento, pero antes de que pudiera siquiera intentar responderla, algo en mí se quebró.
No era el final. Apenas el comienzo. Ahora estoy "Lost in Asia"