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Respira, me dije a mí mismo mientras mis pies me guiaban sin rumbo por las calles de Wexford. El frío aire de la tarde llenaba mis pulmones, pero no traía consuelo alguno. Miré a mi alrededor, la ciudad que siempre había sido mi refugio, mi hogar. Y sin embargo, en ese momento, me sentía un extraño en lo que antes consideraba mío.

Caminé por el paseo marítimo, donde las olas del mar golpeaban con fuerza las rocas, como si la naturaleza misma estuviera de luto junto a mí. El eco del viento entre las antiguas edificaciones de ladrillo rojo parecía murmurar su propio dolor, mientras el sol se ocultaba lentamente detrás de las colinas, pintando el cielo con tonos de melancolía.

Wexford, la ciudad donde crecí, nunca se había sentido tan vacía como hoy. Las estrechas calles que alguna vez recorrí con mi abuelo ahora se sentían desiertas, como si su ausencia hubiera arrancado el alma de cada rincón. Esta ciudad que me vio nacer, con sus mercados vibrantes y su gente cálida, ahora parecía envolverse en una soledad pesada, una soledad que no era solo mía, sino de todos los que la habitábamos.

Wexford siempre ha sido un lugar de lucha y supervivencia, una ciudad con un pasado marcado por la historia y las dificultades, como una vieja camiseta de fútbol desgastada por el tiempo y la batalla. Fundada siglos atrás, sus raíces se hunden en la tierra como las de un roble antiguo, resistiendo los vientos de la adversidad. Desde las invasiones normandas hasta los levantamientos, este rincón de Irlanda ha sido testigo de batallas, tanto externas como internas.

Recuerdo cuando era niño, cómo solía correr por estos mismos callejones, imaginando que las murallas medievales que aún permanecen en pie eran los límites de mi propio estadio. El puerto, con su eterna actividad de barcos que entraban y salían, era mi escape, el lugar donde mis sueños navegaban hacia horizontes lejanos.

Pero hoy, tras el funeral de mi abuelo, todo eso parecía un eco distante. El Wexford que una vez conocí ya no existía, o tal vez era yo quien había cambiado. Mis recuerdos, esas imágenes de infancia en las que mi abuelo me llevaba a los partidos de Waterford, ahora eran como fantasmas que deambulaban por las calles, sombras que desaparecían con cada paso que daba.

Wexford es una ciudad de resiliencia, siempre lo ha sido. Pero en este momento, me pregunto si yo puedo serlo también.

 

 

Our Place - Coming Soon

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Longford Town 2 - 1 Wexford FC

Caminé sin rumbo por las calles de Wexford, perdido entre los recuerdos y el peso del día. No sabía hacia dónde iba, pero mis pies parecían tener un destino en mente. Cuando levanté la mirada, me encontré frente al estadio, el lugar donde los sueños de mi abuelo y los míos se habían entrelazado una y otra vez. Ferrycarrig Park. El corazón del fútbol en Wexford.

El estadio estaba casi vacío, salvo por un par de obreros trabajando cerca de la entrada principal. Me acerqué, atraído por lo que estaban haciendo, y entonces lo vi. Estaban colocando una pequeña placa en una de las paredes, una placa con un nombre grabado que conocía mejor que el mío propio: Evan Murphy. Sentí un nudo en la garganta. Mis manos temblaron.

"Al final, era todo lo que tenía...", murmuré para mí mismo, con la voz rota por la nostalgia. La imagen de mi abuelo, sentado en las gradas, con su gorra vieja y su sonrisa eterna, invadió mi mente. Este estadio era su hogar, más que cualquier otro lugar en el mundo. Y ahora, su nombre quedaría aquí para siempre, como un testimonio de su amor incondicional por este club, por este deporte... y por mí.

Ferrycarrig Park era más que un simple estadio. Era el símbolo de un sueño que mi abuelo y yo habíamos compartido. El Wexford F.C. fue fundado en 2007, cuando yo tenía 13 años y él 75. Recuerdo la emoción que nos inundó el día que escuchamos la noticia: por fin, nuestra ciudad, nuestra gente, tendría su propio equipo. Mi abuelo siempre decía que Wexford merecía un club que nos representara, que llevara el nombre de nuestra ciudad en cada partido.

Desde su primer día, Wexford F.C. no fue solo un equipo de fútbol, fue un faro de esperanza para muchos de nosotros. Jugadores jóvenes de la zona, chicos como yo, veían en el club la oportunidad de soñar más allá de las fábricas, más allá de los límites de nuestra pequeña ciudad. Y mi abuelo, siempre el primero en apoyar, se convirtió en un pilar del club. No solo asistía a todos los partidos, sino que también entrenaba a los niños, les enseñaba lo que el fútbol realmente significaba: disciplina, pasión, y sobre todo, amor por el juego.

El club comenzó en las divisiones más bajas, pero eso no importaba. Lo que importaba era que Wexford tenía un equipo al que llamar propio, un lugar donde todos podíamos sentir que pertenecíamos. Y aunque el club nunca ha sido de los grandes, su importancia para nosotros era incuestionable. Los colores morado y amarillo, las gradas modestas, el césped que conocía cada paso de mi abuelo... todo eso era un reflejo de lo que él representaba para mí: constancia y sacrificio.

Mi abuelo nunca se perdió un solo partido de Wexford F.C. Fue aficionado del mes durante 180 meses consecutivos, algo que muchos consideraban una locura, pero para él era una muestra de su compromiso. En Ferrycarrig Park, entre el bullicio de los fanáticos y el sonido de la pelota golpeando el césped, él encontró su lugar en el mundo. Y yo, a su lado, encontré el mío.

Hoy, mientras veo esa placa recién colocada, siento que una parte de él sigue aquí, en este estadio. Pero también siento el vacío de su ausencia, como un jugador que ha dejado el campo para siempre. Wexford F.C. es parte de mi historia, pero más importante, es parte de la historia de mi abuelo. Aquí fue donde sus sueños echaron raíces y donde los míos están tratando de florecer, aunque ahora me sienta perdido en el camino.

 

 

Irish Football - Coming Soon

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Tabla irl.1 Temporada 2024 - ESPN (AR)

Al llegar a casa, sentí el peso de la soledad más fuerte que nunca. Las paredes parecían encogerse, el silencio se hacía insoportable, y el vacío que había dejado mi abuelo era imposible de ignorar. Necesitaba distraerme, escapar aunque fuera por un momento. Me senté en el sofá, encendí el televisor y busqué los resultados de la Liga Irlandesa. Era lo único que, en medio de todo esto, aún lograba sacarme de mi pena.

La pantalla mostró los marcadores recientes y, por un instante, sentí un destello de emoción, como una chispa en la oscuridad. El fútbol en Irlanda no era como en otros lugares; no teníamos ligas llenas de estrellas ni estadios colosales, pero era nuestro, y eso era suficiente. Siempre lo había sido.

El fútbol en Irlanda es un reflejo de nuestra gente: humilde, luchador y con más corazón que recursos. A lo largo de los años, el fútbol irlandés ha sido una batalla cuesta arriba, enfrentando los desafíos de un país donde el deporte no siempre ha sido prioridad. Mientras en otros rincones del mundo el fútbol es casi una religión, aquí ha tenido que pelear por cada centímetro de terreno.

En Irlanda, el fútbol siempre ha vivido a la sombra de otras pasiones, como el hurling y el fútbol gaélico, deportes profundamente enraizados en nuestra identidad cultural. Pero eso no ha detenido a los clubes pequeños, a las ligas modestas, ni a los aficionados como yo, que ven en este deporte un escape, un sueño, una esperanza.

Equipos como el Shamrock Rovers, el Dundalk y el Bohemians han sido los baluartes del fútbol irlandés, cargando con el peso de representar a una nación que, aunque pequeña, tiene un amor enorme por el juego. Aunque las gradas no se llenan como en Inglaterra, los que estamos ahí sabemos que cada gol se siente más intenso, cada victoria se celebra con más pasión, y cada derrota nos duele más profundamente.

Mi abuelo me enseñó a amar este deporte, no por lo que representaba en las grandes ligas, sino por lo que significaba aquí, en Irlanda. El fútbol era nuestra conexión con el mundo, una forma de sentirnos parte de algo más grande, aunque a veces pareciera que jugábamos en una esquina olvidada del mapa. Y a pesar de las limitaciones, había algo puro, algo real en cómo se vivía el fútbol aquí. Cada partido, cada jugada, cada momento en el campo tenía un peso distinto, un peso que venía de nuestra historia, de nuestras raíces, de nuestra lucha como nación.

Los clubes, como Wexford F.C., representan más que solo fútbol. Son el alma de sus comunidades, lugares donde la gente se reúne, se reconoce y comparte algo en común. Aquí, las rivalidades no son solo deportivas, son personales, una mezcla de orgullo local y tradición. Pero a pesar de todo, hay una camaradería que atraviesa todas las divisiones. Porque, al final del día, todos sabemos que compartimos la misma lucha por hacer que este deporte prospere en un país que nunca nos lo puso fácil.

Mientras veía los resultados desfilar en la pantalla, no pude evitar sonreír levemente. Quizás el fútbol no podía llenar el vacío que había dejado mi abuelo, pero en este momento, era lo único que me hacía sentir algo, lo único que me recordaba que aún quedaba algo por lo que seguir adelante.

El fútbol en Irlanda no es perfecto, ni mucho menos. Pero es real, y para mí, siempre ha sido suficiente.

 

 

His legacy - Coming Soon

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Desperté antes del amanecer. No había dormido bien, la mente llena de recuerdos y la sensación constante de que algo me faltaba. Hoy sería el día en que se leería el testamento de mi abuelo. Evan nunca tuvo mucho, eso lo sabía bien. Vivimos de manera humilde, y lo poco que llegaba a casa se usaba para sobrevivir. Entonces, ¿qué sentido tenía todo esto? ¿Por qué un testamento?

Llegué temprano al pequeño despacho del abogado, una habitación modesta que olía a papel viejo y café frío. Mi madre ya estaba allí, sentada en silencio, sus ojos rojos e hinchados del llanto. A su lado, Sherlock, el mejor amigo de mi abuelo, el único que había estado siempre presente como una sombra silenciosa en nuestras vidas, se acomodaba en su silla. Nos saludamos con un leve movimiento de cabeza, sin decir mucho. Las palabras eran innecesarias en momentos como este.

El abogado, un hombre de aspecto cansado y voz monótona, comenzó a leer el testamento. Lo primero que salió de sus labios no fueron detalles sobre propiedades o dinero, como suele suceder en estos momentos, sino una carta de agradecimiento. Era una carta de mi abuelo.

"Quiero dar las gracias a las tres personas que hicieron de mi vida algo mejor", leía el abogado con tono profesional. "A ti, mi querida hija, por ser mi razón de seguir adelante cada día. A Sherlock, mi mejor amigo, mi compañero de vida en todas las tormentas y alegrías. Y a ti, Aidan, por ser el nieto que todo hombre desearía tener. Me hiciste sentir orgulloso en cada paso que diste, incluso cuando las cosas no salieron como esperabas."

Sentí el nudo en la garganta volverse aún más apretado. Escuchar sus palabras, aunque a través de otra voz, me removió por dentro.

El abogado hizo una pausa, sacando un pequeño objeto envuelto en un pañuelo. "Para Aidan," dijo, mientras lo desenvolvía, "deja esta manilla verde, un símbolo de su legado."

La manilla era sencilla, hecha de cuero desgastado, con un pequeño dije de metal que apenas se notaba. La tomé entre mis manos, sintiendo el frío del metal y el peso de su historia. Este objeto, tan modesto, parecía contener todo el amor, la sabiduría y las lecciones que mi abuelo me había dejado. Sabía que me acompañaría toda la vida, como un recordatorio constante de quién era y de dónde venía.

El abogado continuó, pero su tono cambió levemente, casi como si estuviera anunciando algo más allá de un simple legado material. "Finalmente, Evan deja una última petición para su nieto, Aidan. Sus palabras son simples, pero cargadas de intención: Haz algo por lo que más amo."

Esa frase, tan corta pero tan poderosa, resonó en mi cabeza. Mi abuelo no había dejado una fortuna, ni tierras, ni propiedades. No. Su último deseo no era tangible, pero era inmenso. En ese instante, supe exactamente a qué se refería. Mi abuelo amaba el fútbol. Lo vivía y lo respiraba cada día, no solo por el juego en sí, sino por lo que representaba: comunidad, pasión, esperanza. Y en particular, siempre había tenido un cariño especial por los niños que jugaban en la escuela de fútbol del Wexford F.C.

Sin pensarlo dos veces, supe lo que tenía que hacer. Llevaría un par de pelotas nuevas a los niños de la escuela de fútbol, tal como mi abuelo lo hubiera querido. Era un gesto pequeño, pero cargado de significado. No se trataba de las pelotas en sí, sino de lo que simbolizaban: la continuidad de un legado, la pasión por el juego que tanto amó.

Mientras salíamos del despacho, con la manilla verde firmemente en mi muñeca, sentí que la tarea que me había dejado mi abuelo no era solo un acto de bondad hacia los demás. Era una forma de mantenerlo vivo, de llevarlo conmigo en cada paso, en cada gol, en cada momento en el campo. Porque, al final, lo que más amaba no era solo el fútbol, sino lo que este representaba: un hilo invisible que conectaba generaciones, que unía a las personas, y que ahora me correspondía mantener vivo.

 

The Heartless - Coming Soon

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Waterford FC | Waterford Regional Sports Centre |Football Ground Guide

Con la manilla verde en mi muñeca y el corazón apretado, decidí que la primera parada para cumplir con el deseo de mi abuelo sería en el lugar que él siempre mencionaba con orgullo: el Waterford F.C. Aunque su paso por el club había sido breve, un simple amistoso de pretemporada en su juventud, para él significaba todo. Ese pequeño momento lo había marcado, y aunque nunca volvió a pisar el campo como jugador, siempre habló del Waterford como si una parte de él siguiera ahí.

Caminé hacia el estadio con la esperanza de que alguien en el club recordara a Evan Murphy, aunque fuera como una nota al pie en su larga historia. Era un gesto simbólico, pero para mí, significaba cerrar un círculo que mi abuelo había abierto muchos años atrás.

Cuando llegué a las oficinas, sentí una mezcla de nostalgia y nerviosismo. Me acerqué al mostrador y expliqué mi propósito, mostrando la manilla en mi muñeca como si de alguna forma pudiera validar mi historia. Le conté al encargado cómo mi abuelo había jugado ese amistoso en su juventud y cómo siempre había soñado con regresar de alguna manera, aunque fuera en espíritu, a ese lugar que tanto amaba.

El hombre detrás del escritorio, con un tono indiferente, simplemente me miró de arriba abajo. “Evan Murphy, ¿dices? Lo lamento, pero no hay ningún registro de alguien con ese nombre importante en nuestros archivos. Jugadores van y vienen, muchos sueñan con ser recordados aquí, pero pocos lo logran. Me temo que tu abuelo fue solo otro de esos... un 'failed more'.” Las palabras cayeron como puñales.

Mi corazón se llenó de ira, pero no encontraba las palabras para responder. Quería gritarle que no tenían idea de lo que significaba mi abuelo, que no sabían el impacto que había tenido en mi vida ni en la comunidad de Wexford. Pero todo lo que pude hacer fue mirar al suelo, apretando la manilla en mi muñeca con fuerza, como si de alguna forma pudiera transferir todo mi rencor a ese pedazo de cuero.

Sabía que, para ellos, Evan nunca había sido importante. Para el club, era solo un nombre olvidado en una lista de jugadores que nunca alcanzaron el estrellato. Pero para mí, era mucho más que eso. Mi abuelo era todo, el pilar de mi vida, el hombre que me enseñó a soñar, incluso cuando el mundo parecía empeñado en arrebatar esos sueños.

Sin decir una palabra más, me di la vuelta y salí del estadio. Sentía la rabia arder en mi pecho, pero también una tristeza profunda, como si me hubieran arrebatado algo más, algo que no podía recuperar. Caminé sin rumbo, con el corazón lleno de rencor. Había llegado buscando un reconocimiento, una pequeña señal de que su vida había importado. En cambio, me llevé una fría confirmación de que, para muchos, solo somos un nombre en el viento, fácilmente olvidado.

Mientras caminaba, apreté la manilla en mi muñeca con más fuerza. No importaba lo que ellos pensaran. Yo sabía quién era mi abuelo. Sabía lo que había hecho por mí, por nuestra familia, por nuestra comunidad. Y, aunque ellos no lo reconocieran, su legado viviría en cada pequeño gesto que yo hiciera en su nombre.

Porque, al final, no importa cómo el mundo te recuerde. Lo que realmente importa es el impacto que dejas en aquellos que amas. Y en eso, mi abuelo había sido más grande que cualquier estrella de fútbol.

 

 

 

Back to routine - Coming Soon

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New Ross turismo: Qué visitar en New Ross, Wexford, 2024 | Viaja con Expedia

Las semanas después de la muerte de mi abuelo fueron una niebla constante, una mezcla de días grises en la fábrica y noches solitarias en casa. Pero, en medio de todo, había algo que me ayudaba a desconectar por momentos: Football Manager. No era mucho, pero de alguna forma, dirigir al Wexford F.C. en el juego era mi forma de mantener viva esa conexión con mi abuelo.

Estábamos en la sala de descanso de la fábrica, el ruido de las máquinas apenas se colaba por la puerta. Sully, hijo del mejor amigo de mi abuelo, se sentó a mi lado con su habitual sonrisa traviesa. Sabía que, de alguna forma, Sully también extrañaba a Evan. Habían compartido más de una tarde juntos, y él siempre encontraba la manera de hablarme de esos recuerdos, aunque nunca se ponía sentimental.

“Mira, Aidan, lo que tengo en el móvil,” dijo Sully mientras sacaba su teléfono del bolsillo. Era una captura de pantalla de Football Manager, mostrando la plantilla del Wexford F.C. “¿Jugando con el equipo de tu abuelo, eh? ¡Eso sí es un homenaje!”

Le sonreí, sacudiendo la cabeza. “Sí, me ayuda a desconectar... a pensar en él de otra manera. Ya sabes cómo le gustaba el fútbol.”

Sully soltó una carcajada, golpeándome el hombro. “¡Bah! No sabía que tenías la madera de un entrenador. A ver si te traes alguna copa para Wexford en el juego, que nos vendría bien una alegría.”

Su comentario me hizo reír por primera vez en semanas. Algo en esa conversación me alivió un poco el peso que llevaba encima. Nos quedamos hablando de tácticas, jugadores y cómo el Wexford, al menos en mi partida, estaba alcanzando más de lo que nunca había logrado en la vida real. Era extraño sentir que, al menos en ese pequeño mundo virtual, yo tenía el control de algo.

“¿Sabes qué, Sully? Si ganamos una liga en Football Manager, tú y yo vamos a tener que ir a celebrarlo como si fuera real,” le dije en tono de broma.

“¡Jajaja! ¡Claro que sí! Ya te veo dirigiendo al equipo en la vida real,” bromeó él, haciendo que soltara otra risa.

Al salir de la fábrica, me despedí de Sully y caminé a casa. Me sentía algo más ligero, como si esa conversación hubiera quitado algo del peso que cargaba. Al llegar, me tiré en el sofá y, como de costumbre, revisé el móvil antes de ir a dormir. Entre las notificaciones, vi un comentario de Sully en el foro del Wexford F.C.:

"Aidan Murphy dirige al Wexford en Football Manager en honor a su abuelo Evan. ¡Quién sabe, quizás termine siendo nuestro próximo entrenador!"

Sonreí al leerlo, pero rápidamente me volví escéptico. “Jajaja, solo es un sueño,” murmuré para mí mismo, mientras dejaba el móvil a un lado y apagaba la luz.

Esa noche dormí profundamente, pero lo que más me sorprendió fue el sueño que tuve. Estaba de pie en el estadio de Wexford, con las gradas llenas de aficionados, pero no era un partido cualquiera. Sentía algo diferente en el aire, como si todo estuviera lleno de vida, de recuerdos. Y ahí, entre la multitud, lo vi. Mi abuelo, más joven, más fuerte, con esa mirada cálida y firme que siempre tenía cuando me hablaba del fútbol.

Caminó hacia mí, sin decir nada al principio. Solo me miró con esa mezcla de orgullo y serenidad que tantas veces había visto en su rostro. Luego, justo antes de que la imagen comenzara a desvanecerse, dijo una sola frase que se grabó en mi mente como fuego:

“Aidan, eres un Dream Maker.”

Me desperté de golpe, el corazón latiendo rápido, y la frase resonando en mi cabeza. Me quedé en la oscuridad de mi habitación, mirando al techo, tratando de procesar lo que acababa de soñar. No era solo un sueño. Mi abuelo me había dejado algo más que una simple manilla verde. Me había dejado una misión.

 

 

 

The opportunity - Coming Soon

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Cómo grabar las llamadas de voz de WhatsApp en móviles iPhone y Android

El tiempo parecía pasar rápido desde que el sueño con mi abuelo había sacudido mis noches. Un mes completo se había desvanecido entre el trabajo en la fábrica y las tardes jugando a Football Manager. Aunque aquel sueño aún rondaba en mi cabeza, no podía evitar verlo como un simple deseo que nunca se materializaría. La vida real no funcionaba de esa manera, al menos no para alguien como yo.

Una tarde, mientras revisaba mi teléfono durante el descanso en la fábrica, vi una noticia en el foro del Wexford F.C.: "El club acuerda cambiar de entrenador para la temporada 2023/24." Inmediatamente debajo, Sully había vuelto a las andadas. Había respondido a su comentario anterior, el mismo en el que bromeaba sobre mí dirigiendo al equipo.

"Ya lo decía yo. ¡Aidan Murphy será el próximo entrenador del Wexford! Nadie mejor para llevar el legado de su abuelo."

No pude evitar reírme en silencio. Sabía que Sully tenía un sentido del humor único, pero esto era llevarlo demasiado lejos. Abrí el foro y escribí una respuesta rápida:

"Jajaja, solo es una ilusión, Sully. Nada de eso va a pasar. Es solo un juego, hombre."

Apreté "enviar" y me olvidé del asunto. No había manera de que alguien en la directiva del Wexford estuviera considerando a un tipo como yo. Había otros entrenadores más capacitados, con experiencia real. Yo solo era un chico que jugaba a Football Manager en su tiempo libre para mantener viva la memoria de su abuelo.

Tres semanas pasaron sin novedad alguna. El trabajo en la fábrica seguía siendo lo mismo de siempre, y mi vida, pues, no cambiaba demasiado. Hasta que un día, mientras estaba en casa descansando después de una larga jornada, mi teléfono sonó. Un número desconocido aparecía en la pantalla.

"¿Hola?" respondí, sin mucho ánimo.

"Hola, ¿es Aidan Murphy?" La voz del otro lado sonaba formal, pero no reconocía quién era.

"Sí, soy yo. ¿Quién habla?"

"Mi nombre es John Godkin, de la directiva del Wexford F.C. Quería hablar contigo sobre la candidatura que recibimos para la posición de entrenador para la próxima temporada."

Casi dejé caer el teléfono de la sorpresa. Me reí nerviosamente, pensando que seguramente era alguna broma de Sully.

"Perdón, creo que se han equivocado. Yo no hice ninguna candidatura para ser entrenador. Seguro fue el tonto de Sully, ya lo conozco. Es solo un sueño, nada más."

Hubo un silencio breve al otro lado de la línea antes de que Godkin hablara de nuevo, con calma y seriedad.

"Entiendo que esto pueda sorprenderte, Aidan. Pero hemos revisado tu candidatura y, aunque no fue formal, varios miembros de la comunidad, incluyendo Sully, han hablado de ti en el foro del club. Y después de discutirlo, la directiva cree que no hay nadie que conozca al equipo, a la ciudad y a su historia mejor que tú. Lo que quiero decir es que la oferta es real."

Mis manos comenzaron a sudar, y una sensación de incredulidad se apoderó de mí.

"John... no sé qué decir. No soy entrenador. Todo esto es por culpa de Sully, estoy seguro de que fue él quien habló de mí. Es solo un sueño, un juego..."

"Lo entiendo, Aidan," respondió Godkin con una voz tranquilizadora. "No tienes que tomar una decisión ahora mismo. Solo quiero que lo pienses. Nadie te está pidiendo que seas perfecto, solo que lo consideres. Tienes dos días para reflexionarlo. Después de eso, podemos reunirnos para discutir los detalles. ¿Te parece bien?"

Asentí, aunque él no podía verme. Las palabras de John aún flotaban en mi cabeza. ¿De verdad me estaban ofreciendo el puesto? No tenía sentido, pero al mismo tiempo, algo en mí sentía que el destino estaba jugando una carta inesperada.

"Está bien... lo pensaré," dije finalmente, casi sin creer lo que estaba diciendo.

"Perfecto, Aidan. Tómate tu tiempo y nos mantenemos en contacto. Gracias por tu tiempo."

Cuando la llamada terminó, dejé caer el teléfono sobre la mesa y me quedé mirando la pared, tratando de procesar lo que acababa de suceder. No tenía sentido. Yo no era entrenador. Solo era un empleado de fábrica que había pasado años viendo cómo su vida se desmoronaba lentamente. Pero ahora... parecía que el destino me estaba ofreciendo una oportunidad.

"Es solo un sueño," murmuré para mí mismo una vez más, pero esta vez, la frase no sonaba tan segura como antes.

 

 

Fulfilling Dreams - Coming Soon..

@OnlyfootballFC

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Esa noche, tras la llamada de John Godkin, sentía el peso de una decisión que no esperaba tener que tomar jamás. Me tumbé en la cama, pero el sueño no venía fácil. El zumbido constante de pensamientos me mantenía despierto. ¿Cómo era posible que esto estuviera ocurriendo? No era entrenador, no tenía formación, solo había aprendido lo que sabía jugando a Football Manager y viendo fútbol con mi abuelo.

Cerré los ojos y, finalmente, el cansancio me venció. El sueño llegó de forma lenta, como si me estuviera llevando a un lugar más allá de mi propia comprensión.

Me encontré de pie en el campo de fútbol donde solía jugar de niño, el mismo donde mi abuelo me enseñaba a controlar el balón, donde hablábamos del Waterford y de la vida. Pero esta vez, no estaba solo.

"¿Aidan?"

Reconocí esa voz inmediatamente. Mi abuelo, Evan, estaba ahí, frente a mí, tan real como lo había sido en mis recuerdos más vívidos. El brillo de sus ojos, su postura encorvada pero firme, y ese aura tranquila que siempre le rodeaba.

"Abuelo..." mi voz temblaba, como si temiera que al hablar, él se desvaneciera.

Evan sonrió, y en sus ojos se reflejaba un orgullo que nunca había visto antes.

"Aidan, Evan's grandson, you are a dream creator. Take it... Make your grandfather happy."

Sus palabras flotaban en el aire, como si fueran algo más que simples frases. Eran una orden, un llamado. Sentí cómo mi corazón latía con fuerza mientras lo miraba. ¿Un dream creator? ¿Era eso lo que quería que hiciera?

Antes de que pudiera decir algo más, el sueño comenzó a desvanecerse, y de pronto, ya no estaba en aquel campo con mi abuelo. Estaba solo, despertándome en mi cama, con su voz aún resonando en mi mente.

Take it... Make your grandfather happy.

Me quedé mirando el techo, procesando lo que había soñado. No era solo un sueño, lo sabía. Era más que eso. Era como si el destino me hubiera hablado a través de él. Mi abuelo siempre había creído en mí, incluso cuando yo mismo no lo hacía.

Sin pensarlo mucho más, me levanté de la cama y comencé a vestirme. No podía seguir ignorando lo que estaba pasando. Tenía que tomar una decisión, y sabía cuál era.

Al llegar a la fábrica, el lugar que me había mantenido atrapado durante tanto tiempo, caminé directo a la oficina del supervisor. El sonido de las máquinas llenaba el aire, pero ya no lo escuchaba de la misma manera. Hoy todo parecía distante, como si ya no perteneciera a ese mundo.

"¿Qué haces aquí tan temprano, Murphy?" preguntó el supervisor al verme entrar sin siquiera saludar.

"Renuncio," dije, con una firmeza que me sorprendió a mí mismo.

El supervisor me miró incrédulo, pero no intentó detenerme. Sabía que mi mente estaba decidida. Y con un simple asentimiento de cabeza, dejé atrás ese lugar, con la determinación de alguien que ha tomado una decisión que cambiará su vida.

Salí de la fábrica, sintiendo el aire fresco golpearme el rostro. El sol comenzaba a salir, pero no tenía tiempo para detenerme a contemplarlo. En mi bolsillo, llevaba un simple lapicero, el mismo que usaba en la fábrica para tomar notas. Sabía que lo necesitaría.

Al llegar al estadio de Wexford, no había ni una sola duda en mi mente. No era un sueño. Esto era real. Mi destino me estaba esperando. Subí los escalones hasta la oficina de John Godkin y, cuando llegué, él ya estaba allí, como si supiera que yo vendría.

"Sabía que vendrías, Aidan," dijo con una sonrisa tranquila, mientras sacaba un contrato del cajón de su escritorio.

Nos miramos en silencio durante un momento que pareció eterno, y sin necesidad de palabras, entendí que todo esto había sido más que una simple coincidencia. Era el destino. Tomé el contrato y el lapicero, y sin dudarlo un segundo más, firmé mi nombre al final de la página.

Cuando levanté la vista, Godkin me sonreía, como si todo estuviera en su lugar.

"Bienvenido a casa, Aidan."

En ese instante, sentí una paz que no había sentido en mucho tiempo. Sabía que había hecho lo correcto. Había seguido el llamado de mi abuelo, y ahora... era tiempo de crear mi propio sueño.

 

Let's see what happens... - Coming Soon..

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El viento frío de enero me golpeaba en el rostro mientras caminaba hacia la sede deportiva del Wexford F.C. Era 8 de enero de 2024, y el día estaba marcado por algo más que mi llegada como el nuevo entrenador del equipo. Hoy, el club también revelaría un nuevo escudo, algo que simbolizaba más que un simple cambio de imagen; era una declaración de intenciones, un recordatorio de que estábamos listos para escribir un nuevo capítulo en nuestra historia.

Aún faltaban unas horas para que los jugadores regresaran de sus vacaciones, pero yo quería llegar antes. Quería sentir el campo, la atmósfera, el espacio donde ahora tendría la responsabilidad de liderar a estos jóvenes hacia un futuro que todos deseábamos exitoso. Al pasar por la entrada, vi cómo el personal colocaba las nuevas banderas con el escudo renovado: más moderno, pero con la esencia de siempre, de ese Wexford que mi abuelo y yo habíamos soñado durante tantos años.

Cuando entré en las instalaciones, todo estaba en silencio, pero el lugar rebosaba energía, como si supiera que algo grande estaba por suceder. Los pasillos estaban decorados con fotos del club, de jugadores, de momentos históricos, y al fondo, vi el panel donde más tarde se presentaría el nuevo uniforme. Me detuve frente a él, observando el diseño. Era sencillo, pero elegante. Los colores del Wexford seguían presentes: el morado y el amarillo, pero con toques que resaltaban un aire de ambición y clase.

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"¿Aidan?"

Me giré al escuchar la voz de John Godkin. Venía con una sonrisa en el rostro, como si todo estuviera bajo control. "Es un buen día para comenzar algo nuevo, ¿no crees?"

Asentí. "Sí... parece que todo está listo."

"Quería que vieras esto antes que nadie." Se acercó al panel donde el escudo nuevo estaba cubierto por una tela blanca. Con un gesto rápido, la retiró, revelando el diseño. El escudo tenía líneas más definidas, un estilo más audaz, pero aún conservaba cosas, un símbolo de la historia de Wexford, y ese sentido de aventura que siempre había caracterizado al club.

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"Es perfecto," murmuré, admirando cómo algo tan simple podía transmitir tanto. Era como si el Wexford del pasado y el futuro se encontraran en un solo lugar.

Godkin me observó en silencio un momento, y luego añadió: "Mañana todo comienza. Este es tu equipo ahora, Aidan."

Mi equipo. La idea aún me parecía irreal, pero aquí estaba. Mañana, los jugadores regresarían de sus vacaciones, y sería mi responsabilidad guiarles, enseñarles y, más importante aún, darles un propósito. Recordé las palabras de mi abuelo, ese sueño que me dejó en aquella última conversación: "Haz algo por lo que más amé..."

Respiré profundo, observando el campo a través de las grandes ventanas. Todo parecía tranquilo, pero en mi interior, sentía que las cosas estaban a punto de cambiar. El Wexford que conocía desde mi infancia ya no existía del todo, pero este nuevo Wexford tenía una oportunidad. Y yo, como su nuevo entrenador, tenía la responsabilidad de hacer que mi abuelo estuviera orgulloso.

 

Escudo de https://www.google.com/url?sa=i&url=https%3A%2F%2Fwww.reddit.com%2Fr%2FLeagueOfIreland%2Fcomments%2Fzohntm%2Ffelt_the_new_wexford_fc_crest_was_a_little%2F&psig=AOvVaw0gotO0Rld8l8ciI3F_M8jV&ust=1726535102797000&source=images&cd=vfe&opi=89978449&ved=0CBcQjhxqFwoTCKiLqNCixogDFQAAAAAdAAAAABAE

 

 

Preseason - Coming Soon..

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El hace 6 minutos, El Mánager Deportivo dijo:

Estaré atento a los avances del Wexford.

En mi mente, esta historia acaba con un estadio con el nombre de Evan Murphy y una estatua de su nieto Aidan junto a él, inmortalizados como dos leyendas del club y la ciudad.

Bienvenido a Wexford F.C.!!!

Acomódate y desfruta..

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